Desde que a las mujeres fruteras de san Basilio de palenque las uniformaron con un estridente vestido de banderas nacional en el corazón amurallado de Cartagena, se perdió la singularidad de sus vestidos típicos y se homogeneizó algo que es un sello de identidad en todas ellas; la gracia natural.
Son mujeres que anochecen y amanecen trabajando, matriarcas del clan familiar, abnegadas y con una sabiduría heredada que ha protegido una lengua bandu ancestral que resistió el paso de los siglos y se mantiene viva entre todos sus habitantes y es la segunda lengua que se habla en palenque.
Cuando alguien muere en su tierra, cantan, bailan con tambores el antiguo legendario lumbaru, a los familiares del fallecido se le suministran alimentos y muchos dulces. Tienen la creencia que cuando una persona fallece dejo de sufrir en este mundo y cuando nacen lloran, porque vienen es a sufrir en este.
Ninguna palanquera se ha prostituido ni feriado, en ningún momento de la historia, mantienen la altivez de unas diosas bantúes, caminan como danzando, como si una palmera estuviera sometida al vaivén del viento y su hablado, pareciera que cantaran hablando o al revés, son muy diestras en la cocina, su don principal es los dulces, hacen los mejores dulces del mundo.
San Basilio de palenque, el primer pueblo esclavo libre en América, todavía tienen su música autóctona, sus tambores, sus danzas es algo único, tradicional y original. Es magia amigo tienen que venir a conocerlos.